Opinión: 70 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos
A veces, alcanzar un gran sueño como la universalización real de los Derechos Humanos solo requiere pequeños pasos, pequeños cambios. Desde la Cultura de la Paz se nos dice que si la clave del problema está en el corazón humano, también ahí está la respuesta. Quizá resulte necesario cambiar nuestra visión de la realidad, cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo vemos a los demás. Un Paradigma es un marco de referencia. Consta de dos ejes básicos: una determinada interpretación de la realidad (conceptos, relaciones, valores), y una determinada línea de actuación.
Las relaciones entre las personas se establecen -básicamente- en torno a dos paradigmas: el Egoísta-Instrumental, y el Altruista-Cooperativo. El paradigma dominante, tanto en la actualidad, como a lo largo de la historia, es el Egoísta-Instrumental. La visión del Otro es meramente instrumental: es mi amigo, compañero, aliado; o es mi enemigo, rival, competidor; o me es absolutamente indiferente, no existe. En el paradigma Altruista-Cooperativo, el Otro es un igual a mí, en dignidad y derechos y me relaciono con él, basándome en la Regla de Oro de la Ética, que dice: Trata al Otro, como te gustaría ser tratado.
Que un sistema sea dominante no implica que sea mejor, solo significa que es más fuerte y se ha impuesto al otro, porque tiene más seguidores. Esto en épocas anteriores solo suponía problemas (muy serios, eso sí) para las capas más débiles de la sociedad: mujeres, ancianos, enfermos, pobres, excluidos, vencidos. Pero para el Poder estas capas sociales nunca han contado, así que sus problemas y sufrimiento resultan irrelevantes. Quedando la visión Altruista-Cooperativa para débiles, santurrones y soñadores.
Pero al globalizar el sistema, también globalizamos sus efectos negativos, que se entrecruzan y se potencian mutuamente, hasta convertirse en inasumibles para la especie humana, y para el propio planeta. De ahí que el paradigma Altruista-Cooperativo pase de ser una mera opción, a quizá la única alternativa.
Tres ejemplos simples del funcionamiento del paradigma instrumental: un empresario deslocaliza su empresa, y la pasa de España a Bangladesh, porque allí los costes laborales son mucho más bajos. Mismo precio, menos costes, mucho más beneficio. Los trabajadores, vistos así no son personas, sino meros instrumentos de producción.
No obstante quizá el mejor ejemplo, el “ejemplo paradigmático” de instrumento o de visión instrumental, sea la Mujer, vista a lo largo del tiempo y el espacio. La Mujer es instrumento de trabajo, en casa, en el campo, o la fábrica, proporciona placer al marido o al cliente, e hijos (a ser posible, varones). En zonas de India, Pakistan, Sri Lanka se práctica el infanticidio. Si nace una niña, ante la presión del grupo, la madre la mata. En zonas más ricas de India, o China, se practica el aborto selectivo. El problema radica en que en cuanto las niñas se convierten en mujeres, se casan y se marchan a servir a otra familia, estando, además, su familia paterna, obligada a pagar una dote. Resulta más rentable matarlas. Eso se agudizó en China con la “política del hijo único”. Medidas y prácticas absurdas que han creado un desequilibrio poblacional: faltan más de 150 millones de mujeres. También han creado un drama: casi doscientos millones de niñas son secuestradas.
África también sería un ejemplo clásico de la visión instrumental del otro. No importan los africanos, importan sus materias primas, no importan los conflictos, las muertes y sufrimientos que generan, importan los beneficios que obtenemos a través de las materia primas y por la venta de armas. Y como a los africanos no les es posible vivir allí, intentar alcanzar la Tierra Prometida, pero el mar es muy profundo, y las vallas muy altas.
La rivalidad y el miedo nos llevan a acumular armas, capaces de destruir el planeta, pero también permite a las potencias, ya sea globales (EEUU/Rusia), o locales (Irán/Arabia Saudí) jugar al ajedrez estratégico, siempre que tablero y piezas sean externas… Irak, Siria, Yemen…
Los beneficios de la industria han de mantenerse y también nuestro alto nivel de vida. Ello exige contaminar el medio, deforestar la selva, arruinar la vida de los indígenas, provocar el cambio climático, y comprometer el futuro de las nuevas generaciones, dejándoles un planeta inhabitable… Este es un planteamiento totalmente inasumible.
El Paradigma Altruista-Cooperativo es la única alternativa.
El artículo 28 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice que: “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional, en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”.
Queremos creer que los Objetivos de Desarrollo Sostenibles aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre de 2015, son el instrumento adecuado para establecer ese nuevo orden. Se articulan en torno a cinco esferas fundamentales: Persona, Planeta, Progreso, Paz y Alianzas. Son, en total, 17 objetivos, que se concretan en 169 metas. Es importante que la Comunidad Internacional se comprometa con el logro de esos objetivos para 2030.Es necesario que se desarrolle el sistema de alianzas que permita que los países que no tienen posibilidad de alcanzar los Objetivos por sí mismos, puedan llegar a ellos en tiempo y forma. Es importante que todos asumamos esa cuestión no sólo como propia, sino también como prioritaria. Porque debería ser una cuestión prioritaria, para todos, hacer un supremo esfuerzo para erradicar los conflictos armados, donde se violan todos los derechos y se imposibilita el desarrollo. También debe ser prioritario para todos acabar con el hambre y la miseria, reduciendo drásticamente la obscena desigualdad. El desarrollo de la educación es también cuestión fundamental, como el agua potable o la sanidad, o la protección del medio ambiente. Pero quizá el instrumento fundamental para el cambio sea lograr la igualdad real entre mujeres y hombres, potenciar al máximo el empoderamiento de mujeres y niñas. Probablemente este Objetivo, junto con el de la Educación, sea el más importante, por su efecto multiplicador, porque afecta significativamente a todos los demás, y porque podría cambiar la Historia.
La diferencia entre un Problema y un Problema Técnico, estriba únicamente en la voluntad de resolverlo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son técnicamente posibles, sólo se trata de desarrollar una estrategia adecuada y articular los mecanismos que los pongan en marcha. Quizá sería conveniente pedir a la Universidades de cada estado que elaboren un informe diagnóstico sobre la situación de su país en relación con los ODS, y que a partir de ese diagnóstico, elaboren propuestas de actuación. Para elaborar ese informe, si resulta necesario, podría contar con el apoyo de otras universidades, merced al sistema de alianzas. Obviamente, ese informe y las medidas que se deriven de él, deberían ser trasladadas a los poderes públicos de cada estado para que decidan al respecto.
Es imperativo comprender que defender nuestros derechos, exige también defender y comprometernos con los derechos de los otros, incluidos refugiados y migrantes. No podemos defender nuestros derechos e ignorar los suyos, porque entonces no hablamos de derechos, sino de privilegios y miseria. También es importante recordar que los sueños son posibles.
Si una pesadilla es posible (Auschwitz, Hiroshima, Rwanda, Siria, Yemen…) también es posible un sueño hermoso. Solo hace falta que muchas personas soñemos el mismo sueño, y que todas juntas y a la vez, pronunciemos las palabras mágicas: ¡Yo quiero! ¡Nosotros queremos!
Antonio Tenza Navarro (Programa de Cooperación Internacional de Cáritas)